VENDING. El CAFÉ
A partir del 1300 se inician a tener testimonios concretos de la lenta pero progresiva presencia del café en los muchos países árabes, y por lo tanto útil para las noches de oraciones, que los monjes del monasterio de Chehodet, en el Yemen, sacaron del requemamiento de las semillas contenidas en rojas bayas de misteriosos matorrales, que crecieron espontáneos en la zona?
Más allá de las leyendas, hace en todo caso remontar a Etiopía, y más en particular a la región de Kaffa, la procedencia del café, por el cual se le debe el nombre mismo, aunque hay muchas fuentes que indican en cambio que deriva del turco «kavhè», a su vez procede del árabe «qahwa», que significa «estimulante, vigoroso».
En el 1500 los viajeros y exploradores europeos descubrieron el empleo del café en Turquía, país en el que estaban naciendo las primeras cafeterías, también llamadas «escuelas de las personas cultas» o «escuelas del saber», ya que fueron lugares dedicados a la actividad intelecta, a causa de la llegada de grandes comerciantes árabes, que justo en aquella época iniciaron a introducir también la materia primera en occidente.
La rápida difusión en Europa partió en el siglo sucesivo.
Es en efecto del 1645 la abertura de la primera «tienda del café» en Venecia, en Plaza San Marco, bajo las Arcadas de los «Procuratìe», después de que la bebida fuera conocida inicialmente por los venecianos como medicinal. Remonta al 1683 el primer «café vienense.» La leyenda cuenta que los turcos, obligados a entregarse em el asalto a la ciudad, en la fuga dejaron bastantes sacos de café.
En consecuencia de la fuerte solicitud y los altos impuestos y gastos de transporte que incidieron pesadamente en los precios, se empezó entonces a trasplantar la planta en otras partes del mundo. Fue así que los holandeses instalaron extensos cultivos en Java, los franceses en Martinica y en las Antillas, los ingleses, los españoles y los portugueses en África, Asia y América.
Se cuenta además que habría llegado a India gracias a Baba Budan, un peregrino en visita a La Meca, que sustrajo siete semillas de café y logró llevarlas hasta casa, escondiéndolas en los pliegues de sus vestidos.